De las condicionantes desde la primera infancia, al impulso de políticas públicas de educación en esta etapa de la vida.
Por: Gabriel Perlin
¿El destino de las personas, está determinado por sus condiciones de origen? Este fue el cuestionamiento con el cual arrancó la “Escuela de verano sobre Movilidad Social” de julio del 2020 promovida por el Centro de Estudios Espinosa Yglesias.
El ganador del premio Nobel de Economía James Heckman, evidenció con el ya famoso experimento social (PSM) del Proyecto Preescolar Perry[2], que le dio reconocimiento mundial, la existencia de una estrecha relación de la primera infancia con la desigualdad social y la incidencia directa que esta etapa de la vida tiene para poder escapar de la oscura trampa de la pobreza[3].
Heckman demostró que la generación de capacidades a temprana edad permitía el impulso de la movilidad social de las personas. Por lo que la inversión en políticas públicas orientadas a la primera infancia resultaría en una estrategia eficaz para el crecimiento económico.
Algunas de las condicionantes evidenciadas fueron, que en esta etapa es posible suministrar maneras más fáciles de estimulación de habilidades cognitivas y de personalidad —atención, motivación, autocontrol y sociabilidad— necesarias para el futuro éxito en la escuela, la salud, la profesión y la vida en general.
El experimento de Heckman, fue punta de lanza para que gobiernos y organismos multilaterales como la UNESCO, comenzarán a promover la implementación de políticas públicas orientadas a este sector de la población, sobre todo en países con un bajo desarrollo económico y social. Se estableció un consenso muy amplio en el que la educación en esta etapa de la vida es la clave para el desarrollo. En donde esta, ocupa un sitio importante entre las diversas políticas públicas destinadas a superar la pobreza y ofrecer igualdad de oportunidades a todas las personas.
Lo anterior se ha visto reflejado en la prioridad que le han otorgado las Naciones de la Región Latinoamericana y que se ha traducido en un sostenido crecimiento del presupuesto y en los esfuerzos por ampliar la cobertura, por garantizar el acceso y por mejorar progresivamente su calidad. Esto, en el entendido que es en la primera infancia donde comienza la formación integral del ser humano y donde se forja el futuro ciudadano que contribuirá activamente al desarrollo de las Naciones.
Por tal motivo, resulta fundamental incentivar la promoción de políticas públicas orientadas hacia la primera infancia que aborden, desde un enfoque interdisciplinario, las diversas realidades y problemas que enfrenta el niño desde su nacimiento hasta su transformación en un adulto autovalente, contribuyendo a su formación integral.
De tal forma que, dando respuesta al cuestionamiento de inicio, y de acuerdo con lo planteado en las líneas arriba descritas, el destino de las personas no solo esta determinado por sus condiciones de origen, sino que además dependerá también, de la generación de capacidades que se le brinden en los primeros 5 años de vida relativos a la primera infancia, como una más de las variables que pueden ser de importancia al realizar análisis sobre la movilidad social.
[1] Cuando hablamos de la primera infancia nos referimos a las edades que van desde 0 a 5 años.
[2] Heckman utilizó un pareamiento por puntaje de propensión, (PSM) por sus siglas en inglés.
[3] Los resultados de este experimento han sido muy cuestionados, sin embargo, se concluyó que las personas intervenidas desarrollaron habilidades sociales y emocionales que los participantes demostraron en las etapas siguientes de sus vidas.
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